HISTORIA DE LA CATEDRAL

La  Santa Apostólica y Real Iglesia Catedral de la Encarnación de Guadix supone un compendio de historia, arte y tradición religiosa.

Su título de apostólica le viene dada por estar considerada la diócesis primera de todo el territorio que hoy conforma la península Ibérica. La presencia cristiana se testimonia en Guadix desde el siglo I cuando su patrón, San Torcuato, uno de los Siete Varones Apostólicos discípulos, según la tradición del Apóstol Santiago, funda en la ciudad romana de Acci (la actual Guadix) el primer episcopado de nuestro suelo patrio. Por tanto, la historia de la Catedral de Guadix remonta sus orígenes espirituales a la aparición del Cristianismo en la Hispania Romana, de ahí su denominación Prima Sedes Hispaniae.

Esta antigüedad de la diócesis de Guadix en la historia, se atestigua con la preeminencia de sus obispos en determinados concilios, como el de Elvira, en el año 302, donde la presidencia corresponde al prelado Félix, obispo de Acci. Se tiene constancia en los siglos siguientes, de la existencia de una catedral visigoda, dedicada a Santa María, que sería derruida para construir sobre ella la Mezquita Mayor  durante la invasión musulmana; hasta que finalmente, la ciudad es reconquistada por los Reyes Católicos a finales del siglo XV, y se erige nuevamente como cabeza de Obispado. Hay que hacer notar que en toda la historia de la Reconquista, que comienza con Fernando III El Santo apoyado por el Arzobispo de Toledo Ximénez de Rada, no se erigió ninguna cabeza de diócesis que a su vez no lo fuera de Reino, por tanto Guadix es un caso singular y único. Quizás devolverle a Guadix su dignidad episcopal no fue otra cosa que reconocer su primacía fundacional sobre el resto de las Iglesias españolas. Esto se llevó a cabo por el Papa Inocencio VIII, mediante Bula de Erección dada en 1492. Entonces es cuando comienzan las obras de la actual catedral que se prolongarían hasta bien entrado el siglo XVIII.

La construcción de esta nueva catedral, una vez la ciudad fue incorporada a la Corona de Castilla, no fue fácil. Al problema que suponían las escasas rentas para este fin se unían otros de índole social, como epidemias, hambrunas, continuas levas de reclutamiento de soldados para las guerras que la Monarquía libraba en Europa, etc. Fue todo un mérito la conclusión de las obras, a lo que contribuyó en buena medida el tesón de Obispos y Cabildo y el impulso definitivo de la nueva dinastía de los Borbones, con la entronización de Felipe V tras la Guerra de Sucesión a comienzos de la decimoctava centuria.

Lo descrito en el párrafo anterior supone la explicación de la variedad de estilos que jalonan la fábrica de la catedral accitana. En ella gótico, renacentista y barroco casi consiguen una “fusión”, totalmente armoniosa, a pesar de la yuxtaposición de estilos. De esta forma, al entrar en la catedral es posible observar las trazas góticas correspondientes a la primitiva catedral realizada en el siglo XVI y, conforme nos adentramos, comprobamos los sucesivos tramos correspondientes a las posteriores ampliaciones, ya de marcada tendencia renacentista y barroca, fruto del diseño de los diferentes maestros de obras (Siloé, Blas Antonio Delgado, Vicente Acero, Gaspar Cayón, Hurtado Izquierdo, entre otros grandes de la arquitectura española) que aplicaron los esquemas de trazado siguiendo los postulados artísticos de cada momento. El resultado es un conjunto arquitectónico cuya riqueza radica en la perfecta conjunción de los distintos estilos decorativos con ausencia de bruscos cambios que “hieran” una detenida observación de los mismos. Su belleza y armonía no deja indiferente a nadie.

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