EL CORO

El coro de la Catedral de Guadix, sin duda alguna, como conjunto de sillería y escultura es la obra maestra de Torcuato Ruiz  del Peral. Torcuato hizo aquí realidad la teoría de la luz y las imágenes; al realizar su obra escultórica, convirtió a esta (la luz), en un elemento estético y en tal sentido orientó los planos y las superficies; distribuyó las masas y los volúmenes. Jugó con el color de la madera de la sillería, de las imágenes y de la luz que entra por los ventanales superiores que iluminan las bóvedas, para crear un efecto óptico más propio de la pintura que de la escultura.

Si siempre se ha dicho que la obra escultórica de Torcuato Ruiz del Peral es deudora de la escuela Granadina y, concretamente, de José de Mora, mirando y admirando las fotografías que del Coro nos quedaron anteriores a la Guerra Civil Española, parece esta obra de Torcuato deudora del genio de Caravaggio y su Escuela.

En esta singularidad del tratamiento de la luz, ningún coro de las iglesias españolas le supera; y, sin duda, como obra artística este no sólo fue el más importante encargo de cuantos recibió el Maestro, sino la obra más lograda del mismo.

La sillería coral, diseñada en 1744 por Torcuato Ruiz del Peral, fue última de sus obras. Murió en el trascurso de la realización de la imaginería. Colocado al modo hispánico, consta de dos órdenes de asientos, realizados en madera de nogal, en la fila superior, destaca entre las demás la silla coral del obispo. Es una obra única no solo por su excepcionalidad artística, sino por representar las imágenes de los santos de modo exento y no esculpido en el respaldo de los asientos como es común. Éstos, asentados sobre pequeñas ménsulas ricamente decoradas y rematadas por doseletes en formas de corona, adornados con pequeñas campanitas, que terminan en un bello jarrón de girasoles, símbolo de la humildad, a la que todo cristiano debe ceñirse.

El movimiento y ritmo de la sillería coral es excelente: su visión es la de un escenario, casi la de un teatro. El coro de Guadix es hondo, alargado, más por la oscuridad que por los metros que en el espacio de la Catedral ocupa y, en ese hondón, aparecían las imágenes cobrando vida.

La visión descrita hoy no es del todo apreciable, ya que la imaginería de Ruiz del Peral fue destruida en la Guerra Civil. La actual es obra del escultor accitano Ángel Torcuato Asenjo Fenoy, realizada en madera de cedro en su color, siguiendo, muy acertadamente, los cánones estéticos del barroco granadino, realizado entre 1998 y 2018, que reemplaza a las originales de Torcuato Ruiz del Peral y sus discípulos. De Torcuato solamente queda la imagen de San Torcuato que preside la silla coral del obispo y el medio relieve de la coronación de la Virgen de la misma silla. En dichas obras podemos observar la pericia artística y la belleza compositiva del escultor. La actual imaginería tiene como particularidad, que a parte de las imágenes de los apóstoles, los evangelistas, y los padres de la Iglesia Latina, algunos santos fundadores, que se encuentran siempre en estos espacios sacros, aquí se representa a los santos vinculados a la diócesis de Guadix, que a continuación resaltamos en negrita.

Siguiendo el orden de izquierda a derecha los santos del coro serían los siguientes: Santa Cecilia, Beato Fortunato Arias, Beato Marcos Criado, San Pedro Poveda, San Carlos Borromeo, San Francisco Serrano de Frías, Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, San Francisco de Asís, San Agustín de Hipona, San Jerónimo de Estridón, San Lucas Evangelista, San Simón el Zelote, San Judas Tadeo, Santiago el Menor, Santa Ana, San Bartolomé, San Andrés, Santiago el Mayor, San Pedro, San Torcuato de Acci, San Pablo, San Juan Evangelista, San Felipe, Santo Tomás, San José, San Mateo, San Matías, San Marcos Evangelista, San Gregorio Magno, San Ambrosio de Milán, Santa Inés, San Fandila, Santa Nunilón, Santa Alodía, San Emilio, San Julián de Cuenca, San Francisco de Paula, San Juan de Ávila, Beato Manuel Medina Olmos y San Juan Bautista.

Antes de 1936, hubo dos órganos en el coro, uno en el lado del Evangelio y otro en el lado de la epístola. En los años 50 del siglo XX, se restituyó el portentoso órgano de estilo romántico que hay en el lado de la Epístola, que solemniza las grandes celebraciones litúrgicas.

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